Mi nombre es Iria Fariñas y me dedico a escribir, performar y organizar. También estudio Filosofía. Todo esto tiene tiene en común el afán por el conocimiento (que no por la comprensión). La curiosidad es eterna porque no puede satisfacerse nunca, tan solo cambia de objetivo. A través de los libros, los recitales, los actos performáticos, las presentaciones, los talleres y otras actividades, he encontrado una manera de desarrollar esta curiosidad con insistencia.
Tengo la convicción de que la literatura (al igual que cualquier otra disciplina, artística o no, en la que se vierta un empeño específico) modifica nuestro vínculo con el mundo. Es decir, interfiere en nuestra mirada sobre la realidad. La amplía, la perturba y la redirige hacia nuevos espacios.
Esta es una pulsión, una vez iniciada, casi animal: un deseo rizomático que crece y crece y que no tiene tanto que ver con el compromiso (pariente de la disciplina) como con el fervor de la entrega. Y, al igual que en el amor, esto no conlleva una menor atención o dedicación, sino que, por el contrario, es esta atracción salvaje la que nos reclama y mediante la cual, permanecemos.
Todos sabemos o intuimos o sospechamos (dependiendo del día y del estado anímico) que los reconocimientos públicos, los premios y las publicaciones responden más a las exigencias de trayectoria de la industria editorial que a la carrera artística de por sí. Sin embargo, como aún existimos dentro de este sistema, dejo por aquí un repaso de algunos de esos sucesos curriculares.
Empecé a publicar bastante joven, con títulos que es mejor que caigan en el olvido (al menos en el olvido público, como muchas de los primeros intentos de cualquier tipo).
Después de algunos años, he podido definir con algo más de claridad el tipo de espacios y proyectos que me interesan, así como dónde puede ser bienvenido mi trabajo. Mis últimos títulos publicados son: “Ahí donde el riesgo late” (ed. Piezas Azules) y “Atravesar una gota con una aguja” (ed. Urdimbre).
El universo de los premios es algo extraño, pero aquí va: Me concedieron el Premio Energheia España en 2024 por el relato “Nido de aviones”. En 2023 gané el Premio de Literatura Breve Vila de Mislata con “Formas de quedarse en el borde”. Ese mismo año gané el concurso público de proyectos de Alacant a escena con la pieza escénica “gota espejo bisagra” y esta quedó finalista de los premios WeNow. En 2022 me dieron el Premio Incendiario de Poesía con “Quién extrajo el hueso”. He quedado finalista de muchos otros, como el LOEWE, el Marpoética, el Irreconciliables, el IASA y el Valparaíso.
Además de escribir, me encanta organizar y coordinar actividades culturales en las que la experiencia del público sea distinta a la lectura de un libro o a la asistencia de una presentación arquetípica.
He montado un buen número de estas actividades en formatos y espacios diversos a lo largo de los años, como el ciclo “La sed”, el recital en memoria a Pizarnik “No es un verbo, es un vértigo”, el ciclo de charlas académicas fuera de la academia de Los Miércoles y distintos talleres de escritura, sobre todo en centros educativos y centros penitenciarios.
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